Thursday, October 21, 2010

Hojas en Blanco

En un principio me negué a saber cuántos eran, o cuánto tiempo llevaban enterrados en vida, o a oír reportes de expertos especulando sobre la vida sexual de unos pobres diablos en las entrañas de la tierra. Supuse, aunque no lo confirmé, que al salir de de las tinieblas, sonrieron ante las cámaras antes que pensar en el abrazo reprimido a sus dolientes familiares, que a su vez, y con pinta dominguera, saboreaban los 15 minutos de fama que les otorgaba su infortunio. Como podrán adivinar hablo del grupo de mineros que fueron liberados recientemente de una mina colapsada en San José, en el norte de Chile. Tras su liberación, y al fin de cuentas, me fue imposible evitar la avalancha de titulares de prensa, cadenas de e-mail, comentarios en foros y charlas de café: todo un estupro informativo. Fue imposible evitarlo, pero me lo tomé como generalmente me tomo esa suerte de orgías mediáticas, con algo de distancia, tratando de evitar, no siempre con éxito, caer víctima del embrujo colectivo. Y es que los mineros atrapados hacen parte de una gran familia de lugares comunes en la cultura popular y periodística. Dicha familia agrupa sobrevivientes de naufragios o desastres aéreos; secuestrados que recobran su libertad, niños que se caen a los pozos, y demás eventos susceptibles de hacer lagrimear al mayor número de parroquianos.

"Alfredino" - Italia 1981 "Nicolasito" Colombia 1982




"Timmy O'Toole" - Springfield-1992


Recientemente, acá en nuestro patio, hemos celebrado algunas de estas bacanales, relacionadas, cosa extraña, con hazañas militares de nuestro glorioso ejército (bautizadas como película ochentera de van Damme o de Dolph Lundgren). Confieso que algo me han emocionado, al menos aquellas que no exigían de uno el bailar sobre un cadáver hinchado. De todas formas, para curarme en salud, creo, filtré al máximo la información que recibía, aguanté la lágrima y me dediqué a navegar entre las diversas reacciones al rescate entre blogueros, opinadores profesionales y caricaturistas. Las había entre la oda patriotera hasta el sobrio tributo a la solidaridad, el trabajo en equipo y la esperanza humanas. Otros preguntaban, si después del alboroto, alguien pensaría invertir en la mejora de las condiciones de trabajo de los mineros, algo pertinente creo yo, ahora que nos quieren vender el país como potencia en ese campo (cosa novedosa desde la conquista española). Otros más, en nuestra tierra, pedían dejar la alharaca, tener un poco más de respeto por las celebraciones ajenas, y argüían, con razón también, que si eso hubiera pasado en Colombia, pues nada, que en vez de 33 héroes tendríamos 33 “muñecos”. Eso me lo viene a confirmar la noticia que efectivamente las autoridades están a punto de declarar camposanto un socavón en Boyacá donde colegas de oficio de nuestros héroes chilenos no corrieron con la misma suerte. Y es ahí cuándo me empiezo a indignar, más aún cuando recuerdo casos como los de Omairita en Armero, alimentando gallinazos en vivo y en directo; o el caso del “collar bomba” donde la víctima tenía aún una esperanza antes de que llegaran los “expertos” antiexplosivos…
[Espacio en blanco - imágenes omitidas por respeto]
¡Basta ya de eso! ­­Me digo entonces. No más, no vale la pena ni la indignación ni el interés. Siempre me pasa eso con Colombia ¡no joda! Tengo un blog por actualizar, ¡si señor! El mismo que armé, precisamente, para mejor encauzar mis bloqueos profesionales. Para, digámoslo así, perder el tiempo de manera “más productiva”. ¿Y ahora? ¿Sobre qué escribo? Difícil pregunta. Es ahí cuando caigo en la cuenta de que un nuevo bloqueo se acaba de agregar al inicial. Una nueva hoja en blanco. Y me sobrecoge la imagen de una serie infinita de hojas en blanco como aterradora analogía de la existencia. Recuerdo que cuando me dio por empezar con esta pendejada, tenía toda una lista de gansos pa’ disecar: religiones progresistas, lugares comunes, vacas sagradas…Intento entonces enfocarme en alguna de estas ideas…en vano….la imagen risueña y entusiasta de un minero carisucio, con casco y linternita, surge de la hoja en blanco, diciéndome: ¿cachai?
Ahora los entiendo, señores escribidores, reporteros y locuaces de cafetín. Esto es más grande que uno, hay que exorcizarlo y pasar a otra cosa. ¿Quién soy para juzgar la corta memoria del público, o la falta de originalidad en los medios de comunicación? Es la naturaleza humana en acción, nos interesamos en las tragedias en cuanto podemos individualizarlas, seguimos la línea de menor esfuerzo. A ustedes queridos sobrevivientes, si por casualidad leyeran algún día este mensaje en la botella, les deseo un total goce de su fama tan efímera como merecida. Feliz reencuentro con los seres queridos, y felices cervezas de fin de semana aburriendo a propios y extraños de aquí a la jubilación, con la mil veces repetida historia de esta su odisea. Saquen libro, cobren por entrevista, vendan camisetas y mugs. Les dejo como inspiración la historia de unos colegas suyos, de oficio y de infortunio, 2 únicos sobrevivientes del colapso de una mina en Beaconsfield (Tasmania, Australia). Les dedico la misma canción que a éstos compusiera David Grohl.





Al resto de lectores, les ruego tener paciencia, que esto mejora...por lo pronto los dejo con el que a mi gusto a sido el mejor comentario de toda esta historia, minuto 1.06 de The Colbert Report (show de Comedy Central en el que Stephen Colbert hace una magistral parodia de un talk-show host de extrema derecha en gringolandia). Sólo me queda decirles que los esperamos en el ganso con sus comentarios y aportes.


The Colbert ReportMon - Thurs 11:30pm / 10:30c
America Helps Rescue Chilean Miners
www.colbertnation.com
Colbert Report Full Episodes2010 ElectionMarch to Keep Fear Alive

Thursday, October 7, 2010

Ganso Ciego

Ganso ciego, o mejor dicho, gansociego, es el gato por liebre colombiano. Es un fraude, un engaño, una cosa por otra. Es todo eso y más. Tiene un toque de “malicia indígena”, de esa que por ser malicia es más española que indígena. Es probable que la palabra haya nacido en las calles de Medellín, y de allí, haberse expandido su uso a toda Colombia, como sucede desde hace un buen tiempo con todos los usos y abusos del hampa antioqueña.
Cuando te meten un gansociego, sólo te quedan unas ganas terribles de revancha, quieres a toda costa devolver el golpe meterselo a alguien más. De ahí empieza toda una reacción, al estilo de la mismísima cadena alimenticia, que al final, ¿porqué no?, termina definiendo una cultura, y hasta una nación. Llegado a este punto es cuando comienzo a intuir que Colombia no es más que un gansociego bicentenario. Uno que llevamos por el mundo, tratando en vano de metérselo por los ojos a unos pobres foráneos sin velas en este literal entierro, con ese provincialismo nuestro que es más ingenuo que arrogante.
Y así, nuestro ganso va mudando de plumaje a través de las épocas, desde las Montañas de Colombia hasta el Palacio de Nariño; desde Bolívar, que era venezolano, hasta Ingrid Betancourt, que a veces es francesa. Cada cuatro años más o menos nos lo venden en subasta, adobado con lemas y frasecitas orwellianas, que quieren decir lo contrario de lo que expresan: “Bienvenidos al Futuro”, “Es el Tiempo de la Gente” “Mano Dura, Corazón Grande”, “Unidad Nacional”, y otras más por el estilo.
http://www.elpais.com/articulo/internacional/oficio/ser/Tirofijo/elpepuint/20080531elpepuint_9/Tes
http://theamericano.com/2010/07/19/chvez-amenaza-romper-relaciones-con-colombia/
http://www.thekidnappingofingridbetancourt.com/ingrid_press.html
Como colombiano me siento entonces experto en gansociegos, y es por eso que en este espacio, me atreveré a disecar unas cuantas de estas aves, nacionales y extranjeras, porqué ojo, el gansociego es cosmopolita, y gansociegos se ven hasta en las mejores familias. Sino, dónde me dejan: “The Change We Can Believe In”.

http://www.bonvivantonline.com/2009/01/08/spiderman-saves-obamas-inauguration/

Les ruego tengan en cuenta que esto lo haré cada vez que me venga en gana y no me gane la pereza. Mejor dicho, esto podría no ser más que un gansociego y ser el primer y único post en este blog. De despedida, a los desocupados lectores que hayan tenido la paciencia de llegar hasta el final, en especial para aquellos que desconozcan el término, les dejo esta escena memorable de la filmografía colombiana, de la Película de Víctor Gaviria, La Vendedora de Rosas (http://es.wikipedia.org/wiki/La_vendedora_de_rosas), en la que el Zarco (q.e.p.d), tenebroso camaján que se interpreta a sí mismo, advierte que una niña de la calle le ha metido, como no, un ganso ciego.